Lactancia y calor
Llegaron las épocas donde abunda el calor agobiante y quienes más lo sufren son los más pequeños: sobre todo, quienes aún están en edad de lactancia materna. Los bebés, ciertamente, son más propensos a los golpes de calor o cuadros de deshidratación. Es ahí donde la lactancia materna cobra vital importancia, la leche producida por la madre no sólo es un alimento nutritivo para ese bebé que es amamantado sino que también es un tejido vivo, que brinda y privilegia su salud por sus enormes beneficios, favoreciendo el neurodesarrollo y al sistema inmunológico, disminuyendo el riesgo de enfermedades crónicas tales como diabetes, obesidad, asma, entre otras.
Se sabe que la leche materna contiene todos los nutrientes necesarios que requiere el bebé, de manera equilibrada, para el correcto desarrollo de sus primeros meses de vida. Además de poseer proteínas y grasas, hidratos de carbono, vitaminas y minerales, uno de sus componentes principales, en más de un 80%, es el agua; en consonancia con esto, se recomienda que la madre lactante beba de 2 a 3 litros de agua por día, principalmente para evitar la deshidratación propia.
Se continúa recomendando no ingerir en exceso bebidas químicas como la cafeína, que son estimulantes del sistema nervioso central, y restringir el consumo de alcohol y bebidas energizantes ya que se pueden difundir fácilmente por la leche materna y ser absorbidos por el lactante.
Cabe destacar que la alimentación y la hidratación materna no limitan la producción de leche, ésta se determina por estímulos hormonales y por la succión del bebé, entre otros estímulos. Sin embargo, es cierto que algunos alimentos e incluso medicamentos pueden cumplir la función de galactógogos (sustancias que estimulan la producción de leche). Nuestra recomendación siempre será evaluar la técnica y que la mamá sea asesorada adecuadamente por un equipo de profesionales de la salud con conocimientos de lactancia.
Volviendo al tópico inicial, ante las temperaturas elevadas se recomienda un amamantamiento frecuente para hidratar al bebé y no reemplazar la leche materna con agua. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sociedades científicas, se recomienda la lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, y continuada con alimentación complementaria hasta los 2 años o más. Por lo expuesto anteriormente el bebé no necesita agua ni otros alimentos de forma temprana. Por el contrario, la recomendación es mantener la lactancia y de a poco incorporar alimentos bien cocidos en texturas blandas, primero, e ir observando gradualmente la tolerancia. En cuanto al consumo de agua, se recomienda introducir gradualmente a partir del sexto mes de a volúmenes entre 30 y 60 mililitros, idealmente baja en sodio.
Para concluir, se entiende que el niño o niña no eligen el momento específico para la lactancia, sino que es una práctica que debe suceder de modo espontáneo y facilitando la conexión entre madre y bebé. Si bien culturalmente se recomienda que se lleve a cabo en un ambiente tranquilo, en la práctica es importante que esa mamá y ese bebé estén integrados a su rutina familiar y que socialmente se naturalice el amamantamiento como la manera natural e ideal de alimentar sin barreras ni restricciones, ya sea en una sala de espera, una oficina o un medio de transporte.
Cecilia Baston
*Médica Coordinadora Internación Conjunta en Sanatorio Otamendi.
Fuente: Perfil